Buscando ser claros, en esta primera entrega seremos aburridamente esquemáticos respondiendo al macartista artículo de Mario Toer publicado en el oficialista Página 12. En una segunda entrega ensayaremos un pensamiento mas general en torno al “papel de los medios de comunicación” debatiendo con este y otros artículos del intelectual kirchnerista.
En La índole de ciertos oficios, el trotskismo y sus desaciertos, publicado recientemente en P/12, Mario Toer mezcla, confunde y omite diversas estrategias de las distintas tendencias trotskistas (sin precisar ninguna de ellas) para finalmente dejar en claro una conclusión que, partiendo del sentido común, choca con la realidad y con parte de su obra: Los trotskistas no influyen en la escena política pues sus resultados electorales no superan el 2 %
En color citamos fragmentos del artículo de Toer. En negro expresamos nuestra crítica:
Aunque ni los más avezados de los estudiantes de Ciencia Política puedan explicar sus diferencias, las sectas trotskistas que presumen de partidos rondan la decena.
Primero, no “presumimos” de partidos. Ciertamente estamos lejos de la concepción de partido político electoralista y burgués. Nosotros formamos partidos políticos a la manera de Lenin, arraigados en la clase obrera, que persiguen la toma del poder por esta, la clase explotada. Mario Toer, politólogo, conoce claramente la diferencia entre unos y otros, del mismo modo que conoce las diferencias estratégicas que se dan entre los distintos partidos trotskistas para intervenir en la coyuntura política. Este meter a todos en la misma bolsa no es más que un recurso, sustentado en el sentido común, para agrupar a quienes se pretende denostar e invalidar.
No puede ponerse en cuestión que en sus filas prima el rechazo por las injusticias que el modo de producir capitalista provoca y que es generosa su entrega, como lo evidencia la joven vida truncada de Mariano Ferreyra, alevosamente asesinado por matones de un pseudo sindicato.
Ese “pseudo sindicato” pertenece a la CGT, la única central que goza con la Personería Jurídica y de la cual, Aníbal Fernández, a pocos días del asesinato de nuestro compañero, dijo que era la columna vertebral del gobierno. Luego, como bien dice Toer, es el sistema capitalista el provoca la mayoría de las injusticias. Por esto mismo los trotskistas nos proponemos derrocarlo para construir una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Toer, por su parte, presta sus servicios a la clase dominante para mantenerlo incólume.
Pero es más que evidente que semejante empeño no es suficiente para emerger en la escena política
Solamente puede adscribir esta frase quien entienda que la “escena política” se circunscribe a las elecciones y los escaños que éstas otorgan. Ningún politólogo de este tiempo podría ignorar (como hacían los intelectuales del siglo XIX, quienes trabajaban para el poder político, al igual que lo hace hoy Mario Toer) que la política también transcurre en la base de la sociedad, en las fabricas, en los sindicatos, en los barrios, etc. Por ello, si por ejemplo, gracias a la lucha de sectores antiburocráticos del gremio de la alimentación (fundamentalmente de la agrupación Desde las Bases impulsada por el trotskista PTS) el año pasado se ha conseguido un aumento del 35% perforando el techo que los empresarios, el gobierno y la burocracia, le intentaron poner a las paritarias, no puede decirse que el empeño no es suficiente para emerger en la escena política. El empeño da sus frutos y si no lo vemos “en escena” es porque los medios de comunicación hacen malabares por ocultarlo.
el trotskismo, más allá de sus matices o algunas lúcidas rectificaciones, ha quedado pegado al marco conceptual de la Segunda Internacional, que se atenía a la fase del capitalismo que madurara en el siglo XIX, esperando que el crecimiento imparable de la clase obrera permitiera, con el peso de su número, ajustar las cuentas con la burguesía de su propio país. Comparten esa premisa con los reformistas, aunque pretendan otro final. No comprendieron las transformaciones del siglo XX, todas las implicancias del imperialismo y mucho menos la índole de los conflictos en las periferias. Su propuesta estratégica, sea en Noruega, Francia, Mozambique o Bolivia, será la misma: “frente obrero” o “frente de trabajadores”. Nunca pretendieron encontrar un enemigo principal o procurar la unidad del pueblo. Eso era para los “populistas”, deviniendo en tarea central “desnudarlos” para que no confundan a los trabajadores. Lo que aquí padece el kirchnerismo, lo sufren por igual Morales, Correa, Lula o Chávez.
El término “populista”, Mario Toer lo sabe, es un término que por su vaguedad no define nada. Por eso los trotskistas utilizamos el concepto de “bonapartismo sui génesis” acuñado por el propio León Trotski, para definir a un gobierno que, como en estos casos, se eleva por encima de las clases maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros (en el caso argentino, ni eso).
Todo el párrafo de Toer que acabamos de citar esta plagado de falsedades. La principal de ellas es la que dice que los trotskistas Nunca pretendieron encontrar un enemigo principal o procurar la unidad del pueblo. El artilugio que utiliza Mario Toer para decir tales mentiras es incluir dentro del concepto de “pueblo” a las burguesías nacionales, o sea a los explotadores que nacieron dentro de las fronteras del mismo país. El trotskismo sabe bien cual es su enemigo principal, este no es ni más ni menos que el capitalista, el dueño de los medios de producción, sin hacer mayores distinciones de cual es su país de origen, pues todo capitalista es opresor y explotador de sus trabajadores y como tal defiende sus intereses que son contrarios a los de la clase obrera. Para ahondar en las falsedades que contiene el párrafo citado, transcribiremos extractos de un artículo de Juan Dal Maso en La Verdad Obrera, el cual se refiere a los debates que daba Trotski en sus años de exilio en México y de cara a la fundación de la Cuarta Internacional impulsada por el propio León Trotsky:
“Si bien la teoría de Trotsky sobre la revolución permanente tiene como un componente central la reflexión sobre el carácter de la revolución en los países de la periferia capitalista, la realidad latinoamericana plantearía nuevos problemas para dilucidar, frente a los cuales, la teoría de la revolución permanente daba las herramientas para un análisis marxista, pero a condición de no transformarla en un esquema abstracto.
Trotsky ubicaba a América Latina dentro de la lucha revolucionaria a nivel mundial. (…) consideraba al proletariado internacional y a los pueblos oprimidos, las dos corrientes fundamentales de lucha contre el capitalismo en su fase imperialista. Partiendo de la reivindicación de la lucha contra el imperialismo, fascista o democrático, Trotsky asignaba un rol central a la clase obrera en esa lucha. Contra el nacional-populismo, reivindicaba la comunidad de intereses entre la clase obrera latinoamericana y la clase obrera mundial. (…) el gobierno (mexicano) de Cárdenas, sin salirse de los marcos de la propiedad privada capitalista, había tomado importantes medidas que afectaban los intereses del imperialismo, como la nacionalización del petróleo y en segundo lugar la de los ferrocarriles. Ubicándose del lado de la nación oprimida contra el imperialismo, Trotsky planteaba que ‘La expropiación del petróleo no es ni socialista ni comunista. Es una medida de defensa nacional altamente progresista (...) El proletariado internacional no tiene ninguna razón para identificar su programa con el programa del gobierno mexicano. (...) La causa de México, como la causa de España, como la causa de China, es la causa de la clase obrera internacional. La lucha por el petróleo mexicano es sólo una de la escaramuzas de vanguardia de las futuras batallas entre los opresores y los oprimidos.’ Ahora bien, más allá de este posicionamiento de principios (…) se planteaba el problema de ¿Por qué un gobierno burgués iba tan lejos en atacar los intereses del imperialismo?”. Ante ello Trotski sostenía: “En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis (…) La injerencia del Estado en la vida sindical, a través de una fortísima burocracia sindical, permitía al gobierno controlar a los trabajadores, haciéndole concesiones muy importantes, pero de forma tal que no implicaran pasos concretos en la independencia política de la clase obrera. (…) Sería un error desastroso, un completo engaño, afirmar que el camino al socialismo no pasa por la revolución proletaria, sino por la nacionalización que haga el estado burgués en algunas ramas de la industria y su transferencia a las organizaciones obreras. Pero esta no es la cuestión. El gobierno burgués llevó a cabo por sí mismo la nacionalización y se ha visto obligado a pedir la participación de los trabajadores en la administración de la industria nacionalizada. Por supuesto, se puede evadir la cuestión aduciendo que, a menos que el proletariado tome el poder, la participación de los sindicatos en el manejo de las empresas del capitalismo de Estado no puede dar resultados socialistas. Sin embargo, una política tan negativa de parte del ala revolucionaria no sería comprendida por las masas y reforzaría las posiciones oportunistas. Para los marxistas no se trata de construir el socialismo con las manos de la burguesía, sino de utilizar las situaciones que se presentan dentro del capitalismo de Estado y hacer avanzar el movimiento revolucionario de los trabajadores.”
El problema es que son los principales artífices del crecimiento de la derecha, incluso en sectores populares. Si no supiéramos que antiguas injusticias nutren su impaciencia, aquí y en cualquier parte, podríamos suponer que están concebidos por encargo.
Los conceptos "derecha" e "izquierda" suelen utilizarse en términos relativos. Para nosotros la derecha representa todo aquello que avala y sostiene, concientemente, al sistema capitalista, por ello, más allá de que Toer se llame progresista, para nosotros representa a la derecha, y como vemos aquí, a lo más reaccionario de la derecha: la derecha macartista. Hilando más fino, es descabellado plantear que partidos trotskistas como el PTS que tuvo crucial importancia en la lucha por expropiar a los capitalistas, como en el caso de Zanón, sean los principales artífices del crecimiento de la derecha. Qué se podría decir entonces de fuerzas como el Frente Para la Victoria que llevó a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires al fascista de Scioli que impulsa la mano dura y encubre los casos de gatillo fácil e incluso de desaparición de personas como lo demuestra el caso de Luciano Arruga. Por otro lado, lo que Mario Toer llama “antiguas injusticias” no son más que las presentes injusticias: flexibilización y precarización laboral, faltas de viviendas dignas, persecución y criminalización de la protesta, represión estatal (y ahora también paraestatal) que asesina trabajadores y mantiene impunes a los responsables, etc., etc., etc.
Por eso, más allá de la extrañeza que provocan, es necesario debatir y consolidar autoridad política allí donde se hagan presentes. Sin aprioris ni bravatas. Pero poniendo en evidencia a quién están sirviendo.
¿Necesario para quien? ¿Qué tipo de autoridad política? Es claro, Mario Toer esta hablando de la necesidad burguesa de contener el auge que los partidos trotskista están teniendo dentro de los distintos campos donde se desarrolla la lucha de clases. Más allá de su aporte a la confusión general, en la práctica queda claro que el trotskismo está sirviendo a la clase trabajadora en la lucha por su emancipación.
Publicado originalmente en observatoriomarxistademedios.blogspot.com
Genial la respuesta! Felicitaciones.
ResponderEliminarBasicamente mantiene el discurso insostenible de "le hacen el juego a la derecha".
Tdo lo que no sea oficialista le hace el juego a la derecha. Yo no entiendo como alguien puede mantener ese discurso ridiculo.
"la extrañeza que provocan"... esa frasesita es tremenda...
Espero con ansias el dia en que dejemos de provocar extrañeza a esta gente.
Saludos y aguante el observatorio!
Gracias por el aguante Sebastian!!!
ResponderEliminarSigo teniendo miedo.
ResponderEliminarSon mesiánicos.
Muy cristianos.
Creen en la bondad y el la buena voluntad.
¿quienes?
ResponderEliminarAnarco no se entendió tu comentario
A ustedes les gusta decir macartistas para mi son inquisidores. Ósea no tiene a mi entender base idiologica lo que dicen son todos delirios iluminados ademas el macartismo no asesino a nadie (directamente) esto de acá si.
ResponderEliminar