Hace días que viene pasando de todo. Y no precisamente se trata de buenas noticias para los trabajadores. Pero debemos ser justos. No todas son pálidas. Nos acabamos de enterar que hoy, en Argentina, lograr un 100% de aumento de salarios no es imposible. ¡Vayamos por ello!
Es cierto, pasan algunas cosas jodidas. Lo más grave: la represión (con persecución y hasta procesamientos encuadrados en la Ley Antiterrorista de Cristina) a las poblaciones del norte que hace rato dicen que "el agua vale más que el oro".
Ligada a ello, la provocación presidencial a esas poblaciones montando una pantomima con un supuesto "minero" de Olavarría (ver video cortito y al pie acá) para justificar la posterior represión a manos del gobierno k de Catamarca.
También está el otro "show" de CFK (este sí bien pensado y presentado) alrededor de la sentida demanda de soberanía sobre las Malvinas, con algunas fricciones y muchos fuegos de artificio.
Mientras tanto el fuego griego ilumina nuestras retinas, mostrando a una masa de trabajadores y estudiantes helenos indignados y dispuestos a no pagar la crisis que armaron sus gobiernos burgueses junto a los bancos franceses y alemanes que hoy piden ajuste y más ajuste.
Todo esto al tiempo que ya asoman los tarifazos en la luz, el gas y el agua; mientras se acerca el aumento de boletos de trenes y colectivos -algo parecido al tarifazo del Subte-; mientras la inflación en la comida, la ropa y los remedios sigue burlándose del INDEC de Moreno y sus patotas; y mientras el gobierno hace malabares intentando camuflar su ajuste con la boba idea de la "sintonía fina".
Y aunque 6side8, Tiempo Argentino, Crónica y otros medios k hagan los esfuerzos para mitigar las malas nuevas (ocultando lo de Catamarca, demonizando a los que luchan y acompañando las puestas en escena oficiales) el inicio del descontento es un hecho.
¡Pero ojo! ¡No es Todo Negativo!
Por suerte los diputados y senadores nos acaban de regalar una alegría. En su "paritaria" (realizada con ellos mismos) decidieron aumentarse el 100% sus ingresos. Un muy buen número impulsado por Boudou, el presidente del Senado, y sus colegas parlamentarios.
Lejos de enojarnos por esta actitud de las camarillas del gobierno y la oposición burguesa, los trabajadores y el pueblo pobre deberíamos tomar ese porcentaje como una buena referencia para las paritarias de verdad, las que se juegan entre gremios y patrones.
No importa que Cristina y Amado hayan insistido con que este año deberíamos "ser responsables" y aspirar a aumentos de no más de un 18 o 20%. No importa que las burocracias sindicales nos quieran convencer de que, a sabiendas de las pretensiones oficiales, un 25 o 30% de aumento resultaría algo superador.
La gran mayoría de los diputados y senadores (si alguna vez trabajaron) ya ni se acuerdan de lo que es tener un patrón, hacer horas extras para sumar unos pesos a fin de mes y mantener una familia con salarios miserables mientras la inflación mordisquea rabiosa los bolsillos. Mucho menos tienen idea de lo que es trabajar en negro, o contratado con la soga al cuello, o en una tercerizada por la mitad de lo que corresponde.
Entonces, si ellos se aumentan un 100% sus "dietas" (qué ironía llamar así a esas gordas retribuciones), ¿por qué los trabajadores y trabajadoras no exigimos un 100% de aumento en nuestros salarios devaluados? ¿Es una idea muy loca?
Para el presidente de la Cámara de Diputados, el kirchnerista Julián Domínguez, este aumento "restituye la diginidad de los legisladores nacionales". No vamos a desmentirlo.
Pero para darle verdadera "dignidad" a los millones de laburantes de este país hace falta mucho, muchísimo más que duplicar un salario. Para la gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras tal duplicación ni siquiera lograría llevar el ingreso a los niveles de una canasta familiar promedio.
El kirchnerismo tuvo la capacidad de hacerle creer a muchos que la indignidad "contenida" es lo máximo a lo que se puede aspirar. Por eso hoy juega la carta del ajuste "fino" mientras pide le "responsabilidad" a quienes sólo tienen sus brazos, sus piernas y sus cabezas para vender, a precios de liquidación, en el mercado de trabajo.
Una de las consignas centrales de la campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajadores decía que un legislador no debía cobrar más que lo que cobra un obrero especializado o una directora de escuela.
A la luz del "salariazo" de los diputados y senadores impulsado por le Frente Para la Victoria, podríamos ajustar la consigna.
¡Que todo obrero o docente no gane menos que lo que gana un legislador!
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